martes, 29 de mayo de 2012

El Destino de una mente capítulo 2

II Después de esa pelea comenzaron los trámites del divorcio. Alberto se mudó a una casa que era de su propiedad, mientras que Mercedes permaneció en el mismo lugar con sus tres hijos; Rosaura y Andrea estudiaban en un colegio católico en donde la enseñanza era extremadamente rígida, mientras que el pequeño Rubén pasaba todo el día en casa con su madre. Para ese entonces Alberto abandonó su profesión de médico y se convirtió en prestamista; el hombre se cansó de la gran presión que implicaba ser cirujano y decidió dedicarse a algo que consideraba más redituable. Cierto día Rosaura regresó del colegio y encontró a Rubén solo en su cuarto. Al no ver a su madre cerca Rosaura se acercó a su hermano y lo cargó para ponerlo en su regazo, pero no se dio cuenta que era más pesado que antes, por lo que no pudo sostenerlo entre sus brazos, y cayó al suelo. El niño se golpeó en la cabeza y Rosaura trató de tranquilizarlo dandole un abrazo, logrando que su hermano dejara de llorar por un momento. Parecía que el incidente no pasaría a mayores, pero el niño vomitó profusamente, posteriormente convulsionó violentamente y finalmente perdió el conocimiento. La niña se asustó al ver semejante cuadro; estaba paralizada por el miedo sin saber qué hacer. Después de unos segundos reaccionó e intentó despertar al niño dandole respiración de boca a boca, sin lograr su objetivo. Así pasaron diez minutos hasta que llegó Mercedes, que al ver a su hijo inconsciente se asustó; la mujer le preguntó a Rosaura qué había sucedido, y gritaba de forma histérica. Después de escuchar cómo ocurrió el accidente Mercedes sintió una rabia indescriptible, alzó su mano y la azotó contra la cara de su hija, dejandole la mejilla enrojecida. -¡Si tu hermano muere será culpa tuya, desgraciada! –gritó la mujer-. ¡Jamás te lo perdonaré! -¡Fue un accidente, te lo juro, mamita! –lloró Rosaura desconsolada. Mercedes ignoró a su hija y llamó desesperada a una ambulancia que llegó a los pocos minutos. De ahí bajaron los paramédicos, quines brindaron los primeros auxilios al pequeño Rubén y lo subieron al vehículo para trasladarlo al hospital. Mercedes siguió a la ambulancia en su automóvil. Mientras tanto Rosaura se quedó sola en la casa llorando con un gran sentimiento de culpa. Pocos minutos después la ambulancia llegó al hospital. Rubén fue trasladado a la sala de urgencias, en donde varios doctores lo valoraron y le realizaron varios estudios. Mercedes se quedó en la sala de espera, ansiosa por saber cómo se encontraba su hijo. Una hora más tarde apareció un médico vestido con un uniforme quirúrgico que se acercó a la mujer para dar su diagnóstico. -Su hijo sufrió un traumatismo craneoencefálico y tiene un coágulo en su cerebro, tendrá que ser operado de emergencia, su vida corre peligro -dijo el médico de forma fría y distante. Al escuchar esto Mercedes rompió en llanto, temerosa de lo que le pudiera suceder a su pequeño. El doctor no se inmutó por la escena, y continuó hablando. -Necesitamos su consentimiento informado para realizar la cirugìa lo antes posible, ¿dónde se encuentra su padre? -Estamos divorciados, no sé en donde está ahora. -Bueno, con su firma es suficiente. Mercedes firmó el documento casi sin leerlo. Inmediatamente después ingresaron a Rubén al quirófano, y la angustiada madre se quedó en la fría sala de espera del hospital. Mientras tanto Rosaura se encontraba sola en la casa, sin saber que sucedía con Rubén. La niña pensó que lo único que podía hacer era rezar por la salud de su hermano. Así pasaron varias horas hasta que llegó Alberto para darle a Mercedes su pensión mensual. Al preguntarle a su hija porqué se encontraba sola, Rosaura le conto llorando lo sucedido. -¡Todo esto es culpa de tu madre! –gritó Alberto mientras derribaba varios objetos violentamente. Después de maldecir durante varios minutos se tranquilzó, y le preguntó a Rosaura el nombre del hospital a donde habìan llevado a su hermano, algo que ella desconocía. -Ya no llores hija, lo que le pasó a tu hermano no fue tu culpa –le dijo Alberto a su hija para consolarla. La niña se tranquilizó al escuchar a su padre pero a la vez se sintió confundida. Hasta ese momento Alberto no había mostrado preocupación por su único hijo varón. Después de hablar por telefono a varios lugares Alberto encontró el hospital en donde se encontraba su hijo y se dirigió rápidamente a éste, mientras que Rosaura se quedó de nuevo sola en casa. Al entrar Alberto al hospital encontró a Mercedes esperando a que el pequeño Rubén saliera de la cirugía; el hombre intentó reclamarle a su ex esposa por lo sucedido, pero no pudo decir mucho, ya que instantes después apareció el cirujano por la puerta del quirófano, y les anunció que la cirugía había terminado. -Logramos extirpar el coágulo de su cerebro, pero su estado aún es muy delicado, el pronóstico es muy reservado -dijo el médico de forma escueta. -¿Se recuperará por completó del golpe? –preguntó Mercedes-. ¿No quedará con retraso mental después de la cirugía? -Aún es muy pronto para saber si tendrá secuelas. Sólo nos queda esperar, en este momento se encuentra en el área de recuperación. Después de escuchar las palabras del cirujano Alberto y Mercedes quedaron consternados; ambos se sentían culpables por lo que le sucedió a su hijo, pero su orgullo no les permitía expresar ese sentimiento. Derechos Reservados Raúl Sepúlveda Tello 2011

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